¡AVISO IMPORTANTE! Esta anécdota no debería ser ventilada por el buen nombre de Sebastián. Pero, si algo me ha enseñado la vida -a los golpes-, es que la vida es imperfecta por naturaleza, que todas las relaciones tienen quiebres, que no hay noviazgos ni matrimonios perfectos -solo personas que pretenden demostrar que los hay-, y por supuesto tampoco hay esposos perfectos.
Las mañanas de nuestro primer mes de matrimonio fueron perfectas, y a nuestra manera lo siguen siendo. Algunos días despertaba a entrenar, otros a leer y otros simplemente prefería dormir "5 minuticos más" abrazada de mi esposo; luego, a la hora de despertarnos, mientras yo me bañaba y me vestía para ir a trabajar, Sebastián me preparaba desayuno y café. A veces, me preguntaba que quería desayunar y cuando no, un delicioso desayuno me esperaba en la mesa: fruta picada, huevos, jugo de naranja, arepa o pan tostado y café recién hecho. Generalmente, desayunamos juntos antes de comenzar nuestras labores diarias.
Quienes nos conocen sabrán lo servicial que puede llegar a ser Sebas y consecuencialmente, lo mimada que puedo llegar a ser yo. Por eso, aunque acepto que Sebastián es mejor esposo de lo que puedo ser yo (hablando de los quehaceres de la casa), propendemos trabajar en equipo en todos los aspectos de nuestras vidas: si tu cocinas, yo lavo; si tu tiendes la cama, yo barro; si tu lavas la ropa, yo limpio el arenero de Dalí; así nos hemos ido yendo y hasta el momento nos ha resultado muy bien, a pesar de las pequeñas discusiones de orden que puedan surgir en el camino.
Ambos tenemos horarios, labores y estilo de trabajo diferente. Sebas es un emprendedor que maneja su tiempo pero debe estar 24/7 pendiente de su empresa, mientras que yo, soy Servidora Pública con horario de oficina -que a veces requiere cumplimiento de compromisos y trabajar un par de horas más-. Los sábados, casi siempre descanso, mientras que mi esposo debe atender pedidos y clientes desde temprano, y fue así como un sábado comenzó esta divertida historia:
S Á B A D O - 7 : 0 0 A . M .
-"¿Qué quieres desayunar" - Me pregunta Sebastián desde la puerta de nuestra habitación, mientras yo batallo con las cobijas e intento seguir durmiendo.
-"Quiero pancakes ¿sabes hacerlos?¿ o los hago yo?... Si quieres, yo los puedo hacer. -
-"No te preocupes si sé hacerlos y hoy no trabajo tan temprano"-
-"Ok"-
La semana anterior había sido una semana de mucho trabajo, me sentía muy cansada, por lo que sigo recostada en la cama; unos minutos más tarde, mi esposo se acerca a mí con un bowl en una mano y un batidor en la otra y me dice:
-Aún está muy espeso ¿Cierto? Pero no entiendo por qué si le puse todos los ingredientes que decía en las instrucciones: mezcla, huevo, crema de leche-
-¡¿CREMA DE LECHEEEE?! grité asombrada. -Si, crema de leche, como dice en las instrucciones.
-Ahí no dice crema de leche.
-Claro que si ¿apostamos? -
-Apostemos.-
Justo en ese momento, Sebastián se dirige a la cocina, va por el empaque y comienza a leer en voz alta: "agregue leche descremada".
-¡LECHE DESCREMADA!- Grito en medio de carcajadas. -No importa, yo me lo como así-
⮞ ⮞ ⮞
-Puedes pasar a la mesa-
Llego a la mesa y está puesta perfectamente: Individual, cubiertos, jugo de naranja fresco, café caliente, papaya picada y en un plato hay un huevo con jamón y queso al lado de un pacake deforme.
-¿Cómo está?- Me pregunta
-Un poquito crudo por dentro, pero está bien.- Mezclé el pancake con el huevo y me lo comí, poco a poco (horrible, realmente estaba horrible, pero no le dije nada).
Sebastián se sienta a desayunar y al probar el primer bogado, me dice:
-¡Esto está horrible! Me siento mal, quedaste mal desayunada, no entiendo cómo pudiste comer esto.- Luego, pone a tostar un pan para su desayuno.
-No importa, me lo comí porque me lo preparaste con mucho amor.
-Loca- Me dice entre risas.
A mí me encanta que hoy podamos reconocer que no somos perfectos, que estamos mejor ahora que en nuestra primera temporada; que el tiempo fuera hizo posible aprender a valorarnos y que hoy estemos casados. Por eso amo cada cosa de la imperfección de mi esposo; sus bromas, descaches, lo cascarrabias que es e incluso sus pancakes horribles.