#5: PRIMERA LECCIÓN

Estaba ansiosa por mi primer día de escuela, ya había tenido varios primeros días, pero era la primera vez que lo haría como maestra. Desperté un poco antes del alba porque no podía dormir, fui al baño y regresé a la cama, pero la emoción no me permitía conciliar el sueño. Me pare de la cama, organicé mi habitación y fui a la cocina, de la nevera saqué unas hojas de menta y un pedazo de jengibre, las puse con agua en la tetera y prendí el fogón para hacer té.
Me acerqué a la biblioteca tomé un libro y abrí la persiana para ver si ya había amanecido, estaba un poco claro, pero aún se podía observar la luna llena color hueso, también las estrellas y un destello (dicen que es Júpiter). Del otro lado podía ver la suave luz del sol que apenas comenzaba a salir, pensé que era el momento perfecto para practicar la fotografía lunar que me habían enseñado en el curso vacacional que había terminado la semana pasada.
Dejé Orgullo y prejuicio sobre mi mesa de noche, fui por mi cámara y el trípode, lo armé y cuando estaba a punto de fotografiar la postal matutina perfecta, escuché un fuerte silbido seguido un estruendo en la cocina. Corrí hacía el lugar para ver qué había sucedido y todo estaba hecho un desastre; la menta y el jengibre estaban regados en el piso, mi gato olfateaba desde lejos y lamia con cautela el agua que se había derramado. La tetera debía llevar silbando unos 5 minutos, como estaba concentrada armando el trípode, no la escuché y realmente había olvidado que estaba haciendo té.

Regresé a mi habitación antes de limpiar, pero era un poco tarde para tomar la foto, el sol estaba alumbrando muy fuerte y aunque aún se veía la luna, ya no alumbraba con la misma potencia ni podía ver las estrellas. Resignada regresé a la cocina a limpiar el desastre, recogí los restos de comida y trapeé, luego me bañé y como se me hizo un poco tarde, tomé una manzana y una barra de cereal para comer en el camino, ya que no alcancé a desayunar.
Mi mañana estaba siendo un caos, salí a la calle y ya había pasado la ruta, así tuve que caminar hasta acá y llegue un poco tarde. Así comenzó mi primer día de escuela, pero chicos, el caos valió la pena, porque hoy los he conocido a cada uno de ustedes, mis alumnos y maestros en este curso que comenzamos.

No quisiera que mi mañana hubiera sido diferente, pero pienso en qué hubiera sucedido si en vez de intentar tomar una fotografía, me hubiera sentado frente a mi ventana a tomar té y contemplar el alba. La primera lección que les enseñaré será para la vida y no para la escuela; la vida es irónica, en ocasiones dejamos que la vida pase sin pensar, dejamos de disfrutar los mejores momentos por tratar de guardarlos en una fotografía, cuando estos hubieran sido perfectos en nuestros recuerdos.