#2: DESTINO

Aurelio despertaba cada mañana, se lavaba la cara y preparaba café. Su piso era pequeño, cabía su cama, un pequeño armario y una cocina dónde cada mañana preparaba su desayuno, en época de abundancia comía huevos con tocino y pan, otros días tan sólo un café. 

La escasez y la pobreza nunca fueron sinónimo de ignorancia, en su piso reposaban un par de libros que leía en las noches cuando no podía dormir. En su armario sólo tenía un elegante traje gris de diseñador que utilizaba para sus trabajos especiales, también un pantalón de segunda que usaba para caminar por la ciudad. Junto al pantalón también guardaba una cámara, pues solo le bastaba una fotografía para recordar cualquier rostro, además fotografiaba de una manera magnifica aquello que no quería olvidar. Sin duda alguna era un hombre inteligente.

En un viernes frío de septiembre del 46, Aurelio despertó como lo haría cualquier mañana, se lavó la cara y tomó café, preparó huevos con tocino y pan, y mientras comía leía el periódico con el titular de la inauguración del festival de cine de Cannes. Terminó de desayunar, fue a su armario, buscó el traje gris, corbata y sombrero, se vistió y se sentó sobre su cama.

Después de unos minutos, Aurelio se paró frente al armario y de un cobre que había bajo la cámara sacó una pistola alemana con silenciador, la contempló durante 20 segundos y la comento a limpiar y a cargar, mientras derramaba una lagrima. Arelio quería cerrar los ojos y volver a nacer, crecer con padres amorosos y adinerados, pero debía enfrentar su realidad ¿Nacer para morir o matar para vivir? ... Miró por última vez una de las fotografías, guardó el arma dentro de su traje, se perfumó y salió de su casa.

Siempre quiso ser espía, pero el destino lo llevó a ser sicario, pero el 20 de septiembre de 1946 no mato a nadie, sin embargo, aquel día después de pasar por una iglesia cercana, cometió el asesinato más importante de su vida: El suyo, dando fin a la película de su vida.