#9: BARQUITOS DE PAPEL
Mis amigos más cercanos y compañeros de escritorio saben que tengo un curioso TOC que consiste en comer dulces y con las envolturas hacer barquitos de papel, incluso he perdido la cuenta de los barquitos de papel que he doblado en el transcurso de mi vida.
Hace un poco más de 20 años, cuando los niños todavía jugaban en la calle, corrían en los bosques y saltaban en los charcos, aprendí a hacer barquitos de papel. Tenía aproximadamente 4 años y aunque mis recuerdos de la época son vagos y no sé quién me enseño esta milenaria técnica, recuerdo que aprendí a hacer "origami" en un bosque (o yo creía que era un bosque) lleno de árboles nativos, flores y un riachuelo lleno de renacuajos que parecían espermatozoides gigantes, los cuales cogíamos con las manos y los metíamos en vasos desechables. Era feliz y dentro de mi incapacidad y minoría de edad, era libre.


El primer barco de papel que construí, lo hice con un papel azul rey metalizado que pertenecía a una envoltura de lo que 5 minutos antes había sido una chocolatina Jet que seguramente me comí. Recuerdo que al terminar el ultimo doblez y halar, pusimos a navegar los barquitos que se dejaban llevar por la corriente del riachuelo, mientras tanto, yo lo veía desde la orilla, sosteniendo en mis manos una lámina del álbum de historia natural que más tarde le llevaría a mi mamá.
Era una niña feliz y estaba tan ocupada siendo niña, que no podía darme cuenta de que eso era plenitud y felicidad. Luego llegó la adolescencia, la tecnología y la joven adultez, y aunque la mayoría de las personas de mi edad aprendieron a vivir en modo avión, yo aprendí a vivir en modo barquito de papel.
Para ser realistas, frecuentemente navego sin rumbo dejándome sorprender por la vida, incluso evitando ser lo que yo llamo un adulto responsable, porque en mí vive una niña que no quiere crecer, algo así como una Peter Pan mujer. Pero el problema no es el miedo a crecer ni a madurar, sino el miedo a dejar de soñar y olvidarme de la fantasía; pues es mi niña interior quien se mantiene atenta, con ganas de explorar del mundo, quién pese a su delicadez, navega con firmeza y fortaleza por el océano de la vida, enseñándome a enfrentar sabiamente las adversidades.
Lo cierto es que hacer barquitos de papel aquieta la vida adulta que apenas aprendo a manejar, es soñar por un momento que la vida es un viaje en el que hay que enfrentarse a tormentas y mareas altas, llenando de experiencias esta aventura que llamamos vida.
Algunas personas meditan para aquietar la mente... Y bueno, yo hago barquitos de papel.
Postdata: No hago origami, solo sé hacer barcos de papel.