#8: LA NACIÓN DEL AMARILLISMO

03.03.2020

En el país de la bandera tricolor, hay incertidumbre en la información que circula en medios, en libros se dice que el amarillo representa la riqueza y el sol, el azul los ríos y océanos, y el rojo la sangre derramada en campo de batalla, pero en Facebook se publica que el rojo significa el amor, la pasión y la calidez del corazón de los habitantes; el azul significa la claridad y la transparencia de la clase política, que es como el mar de Cartagena; y que el amarillo representa las altas temperaturas que se sienten en las principales ciudades, y por supuesto la personalidad y el periodismo amarillista de la nación. Hay incertidumbre, y aunque probablemente ambos significados son razonables, por algún motivo o desconocimiento, Fernando ha optado por el segundo.

A pesar de que la familia de Fernando es pobre y a veces no tiene que comer, vive en una de las ciudades más innovadoras, trabaja en una empresa y desarrolla los códigos que son utilizados para programar robots que aparentemente tienen más inteligencia que algunos seres humanos, o por lo menos así lo considera Fernando quién en la hora que viaja a su trabajo lee libros y algunas noticias de actualidad, mientras que Álvaro, un vecino siempre viaja a su lado en el bus, lee los titulares el periódico El Saludo.

No es fortuito, pero por el color de la información, Ciudadanos, la principal editorial de la ciudad factura más por El Saludo (el diario de noticias amarillas) que, por El Ciudadano, pese a que este último fue el primer periódico que circuló en esta ciudad.

Los ciudadanos amarillistas son así, sin importar la pobreza en la que viven, siempre tienen en su bolsillo $5 pesos que se gastan así; $2 para El Saludo, $2 para una cerveza y $1 para un par de cigarros, pero no pueden pagar un texto escolar de $40 porque es muy costoso. En las casas de los ciudadanos no hay dinero para mercar, para la renta ni para el agua, pero si para el internet, pues no importa si tienen el estómago vacío, si en su cabeza hay chismes y farándula, de narcotráfico, asesinatos y violencia.

La ciudad amarilla se conmueve con las noticias, que no pueden faltar a la hora de cenar; por las rupturas amorosas de dos actores, por quién fue la peor vestida, por el corona-virus, por las crisis migratorias, e incluso por el último carro, yate o avión que compró la estrella de fútbol. Pobres ciudadanos amarillos, ignoran todo lo que pasa en su nación, son sordos cuando les hablan de corrupción, violencia, guerrillas y paramilitares, son ignorantes cuando hablan de violaciones, falsos positivos, lideres muertos, campesinos desplazados y estudiantes atacados, son mudos cuando no pueden acceder a servicios de salud, y ciegos cuando caminan por las calles en piloto automático, ignorando el llanto de una madre que perdió a un hijo o de la familia que perdió un padre.

¡Pobres! Son pobres, no por no tener dinero y vivir en un país del tercer mundo, sino por no comprender que si el Corona virus llegara y se contagiara medio país, no morirían más de 3 personas en un mes, pero en un mes por males propios que ignoran mueren más o menos 10, un soldado en combate, un líder social perseguido, un campesino, un secuestrado, un anciano que no puede acceder a un tratamiento, un peatón atropellado, un joven estrellado, un desmovilizado, una madre que no pudo soportar la desaparición de su hijo, y un joven a quien le ajustaron las cuentas de un camino mal tomado.

Los ciudadanos amarillistas no tienen la culpa, fueron criados en el amor a la farándula, los chismes y las telenovelas, gracias a la generación de contenidos amarillos en los medios de comunicación, que es un tema de mercadeo que se expande de manera incontrolable. Se vuelve difícil estar bien informado en un país así, dónde los canales televisivos que informan de manera objetiva se diluyen poco a poco, dónde la prensa informativa se tiñe de color rubio y las fuentes de información más confiables que tienen son Wikipedia, Instagram, Facebook y por supuesto, el periódico saludos. Ignorando la verdadera enfermedad que una pandemia de amarillismo, generada por los virus la ignorancia, intolerancia y corrupción. 

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