#39: KAKÁ: MÁS QUE UN ANIMAL DE COMPAÑÍA, PARTE DE MI FAMILIA
El año se va a acabando en un abrir y cerrar de ojos, igual que se van agotando mis temas para escribir, pero bueno, soy una mujer de retos y tengo que cumplir con los 52 escritos del 2020. Realmente he escrito un poco más, pero hay algunos temas sensibles que prefiero no publicar.
Mientras hago una lluvia de ideas y reviso las notas que guardo a menudo en mi celular, siento unas paticas tocando la puerta de mi habitación, es Kaká, nuestro animal de compañía. Me levanto y abro la puerta, de lo contrario llorará hasta que pueda entrar a cumplir con su labor de acompañarme y pedirme que le acaricie la barriga para concentrarme. -"Si mi bebé escribiré sobre ti"- Le digo a Kaká porque sin duda alguna es el ser más consentido de toda la casa Martínez Morales.
Kaká es un "yorkie" o un "grand yorkie" (como nos gusta llamarlo ja ja ja), quien lleva el nombre del ganador del balón de oro del año 2007, pues desde ese año llegó a dar alegría y amor a nuestro hogar gracias a los deseos de mi hermana menor: "al niño Dios le quiero pedir un perrito, si no me lo puede traer, quiero una vaca".
Y si, el niño Dios trajo un perrito diminuto vestido de Papá Noel, y así comenzó esta aventura de amor que hoy lleva casi 13 años - Aunque me hubiese gustado ver la vaca vestida de Papá Noel, pero por nada cambiaría los besitos de perro de Kaká-

Su carita y sus patitas siguen siendo color miel como hace 13 años, aunque el cabello ya no es negro, sino gris, sin embargo, como todos en esta casa Kaká no aparenta su edad. Creció un poco más de lo habitual, pues además de no aprender a dosificar el alimento como lo hacen la mayoría de los canes, se veía obligado a comer las sobras de los almuerzos que las pequeñas Martínez no querían comer y le daban a su animal de compañía para evitar un regaño. Bueno, además, como un autentico Martínez es amante del dulce y hace hasta lo imposible por conseguir una galleta, o quizás una torta. (No bromeo, hace 3 años se montó al comedor a escondidas y se comió media torta, lo triste era que mis hermanas la habían preparado para recibir a mis padres que venían de viaje, pero bueno, así es él).
Está loco y nos tiene locos de amor, es un perro autentico y lo amamos, aunque él solo ama a mi mamá, a los demás nos aprecia, pero, su desborde de amor es todo para mi mamá, esto nadie lo discute. Quienes conocen a Kaká saben que es un perro más que con perronalidad, con personalidad, pues si, él se cree un ser humano y cómo no si tan solo le falta hablar.
Sabe ganarse el amor y el cariño a donde quiera que va, excepto el de los vigilantes o policías, no le gustan los uniformes, quizás sea un perro anarquista. En fin, es tan especial que cuando mi papá va por la calle le preguntan "¿cómo está Kaká?" antes que "¿cómo están tus hijas?". Claro está, alguno de los hijos tenía que heredar el carisma de mi papá y aparentemente lo heredó Kaká.
A diferencia de sus compañeros de raza, Kaká no es una mascota delicada ni glamurosa, por el contrario, es un perro "todo terreno" que creció a la par que mis hermanas, unas niñas frente a las cuales "Elvira" de los Looney-Toons sería todo un ángel. Así que tuvo que aprender a defenderse de ellas, asimismo, a amarlas a y a defenderlas. Además, es un perro polifacetico, le ha tocado ser el bebé, el juguete, el hermano, el protector, la compañía, etc. No puedo describir todo lo que es, simplemente es Kaká.
Quizás no es un border collie, un Jack Russell ni un Golden, pero les aseguro que no existe perro más inteligente en el mundo que él. A sus 13 años aún corre, salta, se monta al comedor, sabe abrir puertas, esconder cosas y sobre todo es experto en poner ojitos de ternura para conseguir una porción extra del almuerzo o de pronto, un puesto dentro de una cama en una noche fría.

Cuando estoy estresada deseo ser Kaká, su vida se limita a dormir, comer, dar y recibir amor ¿para qué más? Kaká come 3 veces al día, cuando mi mamá se despierta desayuna; cuando todos nos sentamos a almorzar, él almuerza; y a las 5:59 p.m., está buscando a alguien en la casa para hacerle una señita de que es hora de que le den su cena. A las 8:30 p.m. aproximadamente se para en las escaleras indicándole a mi mamá que es hora de dormir y le alega si ella no sube, y el resto del día está merodeando la casa buscando unas manos que se acomoden bajo su barbilla o barrica con unas leves cosquillas que lo hagan dormir. Definitivamente más que un animal de compañía es parte de nuestra familia.