#29 EXPERIENCIA ANTI SOCIAL / INSTAGRAM
Como parte de un experimento social-antisocial, es decir, como experiencia personal decidí eliminar una app de mi celular que me estaba consumiendo más que tiempo, energía e incluso salud mental, si, me refiero a Instagram. No eliminé la cuenta ni nada por el estilo porque soy muy millenial para hacerlo y ocasionalmente necesitaré la aprobación que obtengo en mi perfil ¿no entienden de qué les estoy hablando?... Si tienes Instagram, yo sé que si.
Teniendo en cuenta que este escrito es el resultado de mi experiencia y percepción personal, debería ser privado, pero, como este es mi blog, escribo sobre lo que quiero, lo que pienso y lo que opino. Además, solo intento responderme a mí misma lo ambiguo y superficial que puede resultar el ser humano, claro está, no hablo del 100% de los humanos, ni del 100% de los usuarios, pero, por lo menos si de muchos de los perfiles que rodean mi cuenta de Instagram.

Como ya sabemos, esta es una red social cuya función principal es compartir historias, videos y fotografías con otros usuarios. Así pues, quienes hacemos parte de esta comunidad publicamos videos y fotografías de los momentos "más gratos" de nuestras vidas, a veces, quizás ni los gratos, nos limitamos a publicar contenido multimedia que le guste a nuestros seguidores y que haga "match" con el feed que contiene nuestro perfil. Entonces, se supone que somos lo que mostramos en nuestras redes sociales, pero, yo realmente diría que somos lo que ocultamos de nuestras redes sociales.
Numerosas cuentas que seguimos en Instagram, y no me refiero solo a la de los influenciadores, sino también a las de nuestros amigos, compañeros y familiares, están enfocadas en mostrar los aspectos más perfectos e "interesantes" de sus vidas, es decir, historias perfectas y de superación personal incompletas o inexistentes. Pero, si hay algo que he podido aprender en mis venti tantos años de vida es que no existen vidas perfectas, y cuando las vemos así, es porque solo vemos las máscaras y nos vendamos los ojos para ver más allá. Sin embargo, olvidamos que la obra es mucho más que la puesta en escena y nos quedamos buscando esa "perfección", sin ver qué hay detrás del telón. Tenemos hambre de éxito, de dinero, de amor, y existe una red social que nos alimenta, pero quizás no siempre lo hace de la manera adecuada, porque alimenta egos, mentiras y falsedad.
Desde hace un par de días me he preguntado el por qué nos limitamos a publicar las fotografías que hacen parecer que nuestra vida es perfecta e incluso irreal. Pero, olvidamos que, vivir es mucho más que tomar una fotografía para publicar. Vivir es tomar una fotografía para guardar y recordar. Vivir es no viajar, es trabajar; la vida también es sentirse triste y abrumado en ocasiones, y es normal. Pero esta vida imperfecta quizás no vende en las redes sociales, o por lo menos no en una como Instagram.

Conozco a muchas personas con perfiles exitosos en redes sociales, en las cuales muestran sus viajes, lujos, cuerpos, ejercicios, dietas, recetas, superación personal, etc. Pero, cuando estas personas están cerca de ti, de das cuenta que sus perfiles no son más que una superficilidad, que no son coherentes con sus publicaciones, que no siempre tienen lujos, que no siempre comen bien, que a veces se levantan tarde, se ponen de mal humor, lloran y que, incluso, están hechos un desastre al igual que tu. Lo más increíble es que cuando ves qué hay detrás del telón de las vidas de estas personas y conoces sus defectos, te das cuenta que son seres maravillosos y que tienen mucho más por ofrecer a la humanidad, pero que hay una inseguridad tan grande que obstruye su visión, porque los likes y seguidores les aumenta la autoestima de la que se carecen; y esto en ocasiones puede afectar o incluso hacer sentir mal a quienes los rodean. Insisto, lo digo desde mi experiencia personal, porque ocasionalmente me he sentido muy abrumada por cierto tipo de publicaciones.

En conclusión, la mayoría de los perfiles son falsos, y no quiero decir que no haya un ser humano detrás, todo lo contrario, detrás de toda cuenta hay un humano más que real e imperfecto. Por eso mi reflexión va más allá de lo absurdo e hipócrita que me resulta que las personas muestren una vida que no tienen en sus redes sociales, va más al impacto emocional que podemos causar a quienes nos rodean o nos siguen, así como el potencial de influenciarlos, por eso debemos preguntarnos ¿Qué cara de la vida estamos mostrando? ¿Cómo estamos influenciando? ¿A quiénes seguimos?. Pero lo más importante, es si somos sinceros y coherentes, más que con una red social, con nosotros mismos.