¿CÓMO NOS CONOCIMOS?
Una familia nueva llegó a vivir al lado de la casa en la que vivía con mis papás. Ese mismo día en mi casa había un evento familiar, quizás un cumpleaños o simplemente estábamos reunidos en familia, el caso es que mi papá estaba en el antejardín haciendo un "asado" y Sebastián llegó a nuestra casa a regalarnos unos chorizos de pierna de cerdo (como una especie de degustación de su emprendimiento). Recuerdo que, en ese momento él se me presentó y me dijo que montaba bicicleta, que, algún día podíamos salir, sin embargo, yo no le "paré bolas".
Pasaron las semanas y quizás los meses, y comencé a sentir miradas del vecino cuando salía de la casa (aquellas miradas que son amables y tranquilas, aquellas que dan cosquillas en el estómago, nunca fueron miradas incómodas). Un día yo salía de una fiesta en Caballos Bar (Llanogrande), iba manejando y en la salida del parqueadero sobre la vía había unas personas que yo reconocía porque habían estudiado en Horizontes, ellas estaban pidiendo un aventón y, una amiga y yo decidimos llevarlas a San Antonio, pues estaban un poco alcoholizadas y eran conocidas. Al llegar a allí, una de ellas se bajó y se tiró sobre un carro que frenó y por poco la atropella. -Que pena- Le dije. -No hay problema, es amiga mía- Me respondió Sebastián con una sonrisa, pues claramente nos habíamos reconocido.
Al lunes o martes siguiente iba entrando por la portería de la unidad residencial, literalmente lucía como recién levantada (jeans viejos, camiseta, crocs y despeinada), aunque creo que era en la tarde. Él iba saliendo, paró en su carro que para el momento era igual al mío y me tocó el pito, yo volteé a mirar; él me llamó y me entregó un bonbom-bum rosado y me preguntó cómo me había terminado de ir el fin de semana.
-¿Rumbeas mucho?- Pregunta él.
Entre risas le respondo que normal y le pregunto por qué
-No, para saber si te puedo invitar estos días-
-Pues invíteme y averigua- Le respondí con interés
(Hago un paréntesis para recordar que para ese momento nunca había salido a montar en bicicleta con Sebastián y que, tampoco había evidencias de que él fuera ciclista: no lo veía salir en bicicleta, ni lavarla, etc.)
No hablamos en todo este tiempo, pero un día me encontraba en la casa acompañando a mi papá que había estado hospitalizado un par de días antes por una fuerte cefalea, y sentí que tocaron el timbre, bajé y era Sebastián, aún lo recuerdo perfectamente: Pantaloneta negra con blanco, camiseta blanca y tenis, me miraba con un casco en la mano y me dijo -Voy a salir a dar una vuelta ¿quieres ir? Te espero-. Eran las 4 de la tarde, pero yo le dije que si, que, me esperaba a que me cambiara. Subí a mi habitación corriendo a ponerme ropa de entrenamiento y al despedirme de mi papá me preguntó "-Laura ¿Te gusta el vecino? - -No me preguntes eso- Me reí y me fui.
La historia termina así: Salí a montar con un "tipo-teni" que me invitó en la mitad del camino a una chocolatina con "quéreme" y con un fuerte regaño de mi mamá por haber dejado solo a mi papá esta tarde. Si me preguntan si me arrepiento, la respuesta es no, porque este día cambió mi vida por completo.